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Archivos Mensuales: marzo 2018

El pacto de gobernabilidad de la mayoría parlamentaria que llega con diez meses de retraso, se ha centrado exclusivamente en cinco puntos: participación de todos en el trabajo, valentía en la ejecución, transparencia en la gestión, solidaridad en las responsabilidades y diálogo con los socios.

En la intervención del Presidente del Gobierno (Partido de Justicia y Desarrollo) ante los secretarios generales y presidentes de los cinco partidos restantes firmantes del acuerdo (Agrupación Nacional de Independientes, Movimiento Popular,  Unión Constitucional, Unión Socialista de Fuerzas Populares y Partido del Progreso y del Socialismo), ha asegurado que el Gobierno no tiene dos cabezas sino simplemente una, haciendo referencia a Aziz Ajanuch, ministro de Agricultura (Agrupación Nacional de Independientes), sobre quien se comentaba que se movía por el país ordenando y mandando como si fuera el pez gordo del presente Gobierno.

El ex presidente Benkiran había criticado enormemente a Ajanouch al decir, en un mitin de las juventudes de su partido, que “unir riqueza y poder era perjudicial para el Estado”. La reacción inmediata de los ministros de su partido ha sido ausentarse de las reuniones del Consejo de Ministros y demás reuniones oficiales, sobre todo de la que estaba planteada para solucionar el problema de las manifestaciones y huelgas en la zona minera de Jerada.

Todo esto ha llevado a que se produzcan malentendidos y desavenencias entre las fracciones que constituyen el Gobierno, lo que ha llevado a uno de los socios, precisamente al secretario general del Movimiento Popular, a vaticinar un mal augurio al asegurar que la legislatura se verá interrumpida muy pronto.

En estas circunstancias tan adversas, añadimos otras hostilidades como las vertidas por el presidente del Gobierno advirtiendo a las juventudes de su partido de la prensa nacional que, según él, no hace más que contar mentiras y bulos sobre las acciones del ejecutivo, lo que ha llevado al acoso de algunos periodistas como por ejemplo a Tawfiq Buichrin y Mohamed Al Asrihi. El primero, director de Ajbar Al Yaum, el diario independiente más prestigioso hoy día en Marruecos, acosado judicialmente por difundir sospechas y verdades y quien fue acogido con vítores de los presos del Hirak del Rif en la cárcel de Okacha de Casablanca, al mismo tiempo que los carceleros le negaron comprar agua y leche e introducir una pequeña almohada a su celda.

De todos modos se cree en Marruecos que el “Hirak” (movilización) del 20 de febrero de 2011 no ha cesado aún. En las calles de las grandes ciudades y en los pueblos y zonas marginadas sigue habiendo protestas para frenar la política de empobrecimiento de las masas en ausencia de una justicia social para equilibrar la balanza hacia los más necesitados.

Sigue habiendo manifestaciones y protestas después de dar el carpetazo a la caja de compensación, después de liberar los precios de los combustibles y después de las subidas que han conocido el agua, la electricidad y los productos de primera necesidad.

Este es el Marruecos de hoy, pero no se olviden de Gaza, Siria, Irak, Egipto, ni de los miles de refugiados que vagan por el Mediterráneo en busca de paz y sosiego.

El pacto de gobernabilidad de la mayoría parlamentaria que llega con diez meses de retraso, se ha centrado exclusivamente en cinco puntos: participación de todos en el trabajo, valentía en la ejecución, transparencia en la gestión, solidaridad en las responsabilidades y diálogo con los socios.

En la intervención del Presidente del Gobierno (Partido de Justicia y Desarrollo) ante los secretarios generales y presidentes de los cinco partidos restantes firmantes del acuerdo (Agrupación Nacional de Independientes, Movimiento Popular,  Unión Constitucional, Unión Socialista de Fuerzas Populares y Partido del Progreso y del Socialismo), ha asegurado que el Gobierno no tiene dos cabezas sino simplemente una, haciendo referencia a Aziz Ajanuch, ministro de Agricultura (Agrupación Nacional de Independientes), sobre quien se comentaba que se movía por el país ordenando y mandando como si fuera el pez gordo del presente Gobierno.

El ex presidente Benkiran había criticado enormemente a Ajanouch al decir, en un mitin de las juventudes de su partido, que “unir riqueza y poder era perjudicial para el Estado”. La reacción inmediata de los ministros de su partido ha sido ausentarse de las reuniones del Consejo de Ministros y demás reuniones oficiales, sobre todo de la que estaba planteada para solucionar el problema de las manifestaciones y huelgas en la zona minera de Jerada.

Todo esto ha llevado a que se produzcan malentendidos y desavenencias entre las fracciones que constituyen el Gobierno, lo que ha llevado a uno de los socios, precisamente al secretario general del Movimiento Popular, a vaticinar un mal augurio al asegurar que la legislatura se verá interrumpida muy pronto.

En estas circunstancias tan adversas, añadimos otras hostilidades como las vertidas por el presidente del Gobierno advirtiendo a las juventudes de su partido de la prensa nacional que, según él, no hace más que contar mentiras y bulos sobre las acciones del ejecutivo, lo que ha llevado al acoso de algunos periodistas como por ejemplo a Tawfiq Buichrin y Mohamed Al Asrihi. El primero, director de Ajbar Al Yaum, el diario independiente más prestigioso hoy día en Marruecos, acosado judicialmente por difundir sospechas y verdades y quien fue acogido con vítores de los presos del Hirak del Rif en la cárcel de Okacha de Casablanca, al mismo tiempo que los carceleros le negaron comprar agua y leche e introducir una pequeña almohada a su celda.

De todos modos se cree en Marruecos que el “Hirak” (movilización) del 20 de febrero de 2011 no ha cesado aún. En las calles de las grandes ciudades y en los pueblos y zonas marginadas sigue habiendo protestas para frenar la política de empobrecimiento de las masas en ausencia de una justicia social para equilibrar la balanza hacia los más necesitados.

Sigue habiendo manifestaciones y protestas después de dar el carpetazo a la caja de compensación, después de liberar los precios de los combustibles y después de las subidas que han conocido el agua, la electricidad y los productos de primera necesidad.

Este es el Marruecos de hoy, pero no se olviden de Gaza, Siria, Irak, Egipto, ni de los miles de refugiados que vagan por el Mediterráneo en busca de paz y sosiego.

 

En pleno aniversario del 20 de febrero, que no ha tenido mucho eco a nivel social ni éxito a nivel informativo, y justo cuando el movimiento parece estar más que desaparecido y fuera de combate, el rey Mohamed VI dirige una carta a los participantes en el tercer encuentro parlamentario de justicia social. En ella, el monarca hace un llamamiento al diálogo nacional en un momento crucial, el aniversario de la movilización y de las protestas populares más grandes y graves de los últimos tiempos en Marruecos, el aniversario del nacimiento del “Movimiento 20 de febrero”.

El Rey, entre que se rumoreaba estaba de viaje y/o que se estaba sometiendo a una operación quirúrgica en París, envía a uno de sus consejeros para leer un comunicado a la cámara baja. Mohamed VI exhorta a los responsables políticos, económicos y sociales participantes para conseguir una plena justicia social, dentro de un nuevo modelo de desarrollo planteado por una juventud creativa, talentosa, imaginativa, intuitiva e innovadora, mientras las fuerzas políticas, administrativas y económicas no han sabido acompañar esta puesta al día, como siempre.

El modelo de desarrollo vigente en Marruecos, dice en monarca, no se adapta a las necesidades económicas y sociales de la población, por lo que hay que actualizarlo y adaptarlo, dentro de una nueva perspectiva y dentro de un modelo político, económico y social con una perspectiva de gobernanza centralizada como territorial. La verdad es que me gustaría saber si alguien en el hemiciclo entendió de qué iba el mansaje. Lo dudo mucho.

Por otro lado, algo no funciona bien en un país donde seis partidos políticos, de entre algo más de treinta que se presentaron en los últimos comicios, tienen que unirse casi diez meses después de la formación de la coalición que constituyó el Gobierno para firmar un pacto de la mayoría gobernante.  Recordemos cómo se ha formado el presente Gobierno después de las elecciones generales de ese 7 de octubre de 2016, ganadas por segunda vez por el partido islamista moderado Justicia y Desarrollo. El Rey pidió entonces a Abdel Ilah Benkiran formar su segundo Gobierno, pero por las trabas tejidas por sus socios en el anterior Gobierno y por la oposición de sus mismos compañeros de partido, Benkiran no pudo llegar a un acuerdo en los casi seis meses siguientes a la celebración de las elecciones. Mientras tanto, empujado por Palacio, otro amigo del rey tejía y trasegaba, de muy mala manera, oponiéndose a lo que fuera para crear mal ambiente y no dejar que el Gobierno pueda formarse. Se trataba de Aziz Ajanouch, el mandatario de otro partido oficialista, la Agrupación Nacional de Independientes, en lo que se consideró el mayor bloqueo a un Gobierno conocido en Marruecos desde su independencia.  La segunda y única opción para salir de la crisis, era que el Gobierno lo presidiera el segundo de a bordo del partido Justicia y Desarrollo, el psiquiatra Saad Eddin El Otmani a quien se reconocía algo de lucidez, y así  sucedió.

Ajanouch, cercano a Palacio, como lo fueron, en otros tiempo, hombres como Afkir y Basri(*), se distingue de ambos por poseer una gran fortuna. Ha accedido a formar parte del Gobierno para preservar intereses ocultos, bien netos y claros. Ha estado, desde que se hicieron públicos los resultados de las elecciones, maquinando a espaldas de todos, tanto a nivel del equipo ejecutivo como a nivel del legislativo, dificultando las tareas de unos como de otros, dificultades a las cuales si agregamos las salidas de tono que venía teniendo, en los últimos meses, el ex presidente del Gobierno Benkiran, tenemos crisis segura.

Bueno, ahora resulta que diez meses después de formar Gobierno, la coalición de partidos que lo forman se sientan para firmar un pacto de gobernabilidad para cerrar la crisis que alimentó especialmente el anterior jefe de Gobierno Benkiran, después de criticar a los responsables de los partidos de la coalición, y verdaderamente, razón no le faltaba.

Bueno, pero no se olviden de Gaza, Siria, Irak, Egipto ni de los miles de ciudadanos que vagan por aquí y por allá en busca de paz y estabilidad.

(*)  El general Afkir y el ministro de Interior e Información Dris Basri, fueron ambos la mano derecha de Hassan II en épocas diferentes y ambos tuvieron un final drástico y casi violento. El primero se dice que fue asesinado por el propio monarca, mientras el segundo ha sido relegado y despedido por Mohamed VI  tras la muerte de Hassan II.

El pasado 20 de febrero, Marruecos celebró el séptimo aniversario de un gran acontecimiento social, el nacimiento y fundación del movimiento reivindicativo que lleva el mismo nombre, “Movimiento 20 de febrero”, inicio de la mecha de la primavera árabe en Marruecos, exigiendo democracia y justicia social.

Las calles de las ciudades más importantes del país conocieron manifestaciones y protestas,  pidiendo reformar la Constitución, acabar con la corrupción y el paro y la dimisión del Gobierno, entre otras cosas. Se corearon insignias como “libertad, dignidad y justicia” y “el rey debe reinar y no gobernar”.

Para calmar y apaciguar los ánimos, el Gobierno duplica el presupuesto de la Cámara de Compensación que subvenciona los productos alimenticios de primera necesidad, la misma Cámara que, siete años después, el Gobierno está pensando eliminar porque se dice que beneficia casi exclusivamente a los más ricos del país y no a las familias más humildes y necesitadas.

El 9 de marzo de 2011, dándose por enterado y para acallar su conciencia, Mohamed VI anunció grandes cambios y reformas en la Carta Magna, reformas que él mismo presentó, tres meses después, en un discurso emitido a través de los medios oficiales de difusión. La reforma, alabada por los partidos mayoritarios y oficialistas, no agradó a los jóvenes del “Movimiento 20 de febrero” ni a los críticos con el sistema que consideraron que  la comisión que se constituyó para llevar a cabo la reforma fue constituida por el monarca y que no guardaba la legitimidad popular, por lo cual se convocó una manifestación justo al día siguiente del discurso para presentar su disconformidad por una reforma irrisoria e insuficiente.

Ahora, siete años después, las cosas no han mejorado en Marruecos. Se sigue reivindicando justicia social, democracia y libertad, sobre todo después de los acontecimientos que conoció el país en el último año: las protestas pacíficas del Rif que han derivado en reclamaciones prohibidas y violentadas por la presencia de las fuerzas del orden y dignas, según las autoridades, de los más altos castigos. Éstas han llevado al encarcelamiento incluso de menores y a privar de libertad a más de quinientas personas, muchas de ellas todavía en proceso de juicio, cuando se pedía justicia tras el asesinato, triturado en un camión de basura, del pescadero Muhsin Fikri y se  reclamaba la realización de las infraestructuras programadas en Alhucemas dentro de un plan de desarrollo de la zona y se pedían mejoras económicas y sociales (una universidad y un hospital oncológico en la zona más propensa en Marruecos de esta enfermedad, debido a los bombardeos con gas mostaza realizados por España en los años veinte del siglo pasado para acabar con la Guerra del Rif.

Si el affaire del Rif, de la cual se sigue pidiendo la libertad de sus presos tanto en el interior como en el exterior del país y ha costado el despido y sustitución de cuatro ministros, no se ha gestionado adecuadamente, como se comenta a bombo y platillo, porque los consejeros reales asesoran indebidamente al monarca, la crisis de Jerada, antiguamente ciudad minera, donde han fallecido dos hermanos por buscarse la vida e intentar obtener carbón de una mina cerrada, para ponerlo a la venta y alimentar a sus hijos, no es precisamente una panacea. Estos días de atrás se ha observado la llegada a la pequeña ciudad de grandes contingentes de gendarmes, policías y fuerzas auxiliares y no precisamente para tomar un té con hierbabuena. Y todo eso después de que el Wali o Gobernador General de la zona había llegado a un acuerdo con los manifestantes,  presentado soluciones momentáneas para terminar con la represión que dura ya varias semanas.

Si a la primavera marroquí le ha mirado un tuerto, qué está pasando en el resto de países árabes a los que creo, ha mirado realmente un ciego. Si empezamos por Egipto, uno de los primeros y principales países donde se extendió la primavera árabe, resulta que el dictador militarista Al Sisi, ha acabado últimamente con toda la posible oposición que le podría hacer sombra en las próximas elecciones generales. Y de los demás qué decir. Miren a Siria, Irak, Libia, Túnez y Argelia,… no se salva ninguno y en cada cual la situación es peor.

Por ello les imploro que no se olviden de ninguno de ellos, ni tampoco de los miles de ilusos que se encuentran en el sur de las fronteras europeas, intentando dar un salto a un hipotético paraíso.